domingo, 6 de marzo de 2011

Caras vemos….

- Sofi, creo que me estoy sintiendo mal. Es mejor que me dejes acá y yo cojo un taxi para mi casa.
- Estás loca soledad? Ya estamos casi llegando, más bien tómate otra cerveza – Responde Sofía.

No me siento mal, no estoy mareada, simplemente no quiero ir esa bienvenida, no quiero ir en donde está Juan Padilla, sin embargo ya es muy tarde y mi amiga Sofía ya está estacionando. Todos se bajan del carro y cuando estoy a punto de abrir la puerta, Sofía me coge del brazo y me dice las dos palabras que necesitaba oír:

- Estoy contigo.

Subimos al ascensor, nos miramos disimuladamente al espejo tratando de arreglar esos últimos retoques y la puerta se abre. Hemos llegado.

Mi corazón late fuertemente y mis ojos miran a todos lados tratando de encontrar a Juan para desviarlos completamente en el momento en que lo encuentre y evitar el contacto con él. Sé que es imposible, pero es una pequeña mentira que me distrae de la cruda realidad.

De repente, alguien me agarra de la cintura, me coge la mano y me hace dar media vuelta.

- Juan Padilla – digo con voz de sorprendida pero tímida – que milagro verte, hasta hoy me entero que has vuelto. Bienvenido.
- Muchas gracias Sole – responde – extrañaba mucho Colombia, extrañaba mucho a mis amigos y te extrañaba a ti.
- Jajajajajajaja – es lo único que puedo responder - jajajajajajajajajaja – risas incontenibles que terminan siento nerviosas salen de mi boca y evitan una respuesta.
- Juan! Qué rico volverte a ver! – Sofi me salva y empieza a hablarle. Le pregunta todo acerca de su viaje y su trabajo. Al mismo tiempo, lo adelanta de todo lo que ha sucedido. Yo sólo estoy presente, no respondo ni participo en nada. Simplemente me quedo viéndolo. Creo que ya es hora de un cigarrillo.
- Permiso, me voy a la terraza – hago una interrupción en la conversación de Juan y Sofi y me voy.

En el trayecto, me encuentro a María quien también estaba dispuesta a salir a la terraza por un cigarrillo.

- Sole, no pensé verte acá – me dice María – pero me parece genial que demuestres que no te importa y que tienes carácter para darle la cara.
- Sí mari – respondo, sin decirle que la verdad es que estoy en ese lugar gracias a que no sabía el evento que había en él – creo que ya todo está superado y por eso estoy acá – sigo mintiendo.

Con el paso que se consume el cigarrillo, María me va contando sobre su semana y sobre el nuevo proyecto que tiene entre manos.

- Por dios María, es mucho menor que tú! Cuánto llevan saliendo?
- Si lo sé. Igual la paso muy bien con él y me sigue la cuerda de cualquier cosa que digo. Sabes que Carlos no era así y por eso terminé con él. Necesitaba a alguien que me acompañara a todas mis locuras y por eso estoy ahora con Lucas – me cuenta María.
- Bueno Mari, si estás feliz con él, todas somos felices. Pero cuéntame más sobre ustedes. – le digo.

María es una mujer a la cual le encanta salir a divertirse. Tiene una gran cantidad de amigos en la rumba y conoce a toda la gente en los bares. En uno de esos bares conoció a Lucas, un niño al que le lleva 5 años, resaltando que hasta ahora cumplió su mayoría de edad.

- Ah pero veo que la han pasado muy bien – hablo con María.
- Sí, la verdad es muy especial conmigo y me hace sentir cosas que nunca antes había sentido.
- Y de qué están hablando ustedes? – llega a interrumpir una voz masculina, cuando volteó y miro me encuentro con un viejo amigo, Daniel.
- Wuau! Qué alegría verte Dani! – respondo con mucha alegría.
Daniel es el mejor amigo de Juan. Desde que terminé con Juan debido a la distancia y unos cuantos cachos, no veía a Daniel.
- Sole, que falta me has hecho. Siempre que me encuentro con tus amigas les pregunto por ti, sin tener respuesta alguna. Sé que te quisiste alejar de Juan y de todos sus amigos. Lo entiendo, pero no sabes lo mucho que me dolió no volver a saber de ti.
- Lo sé Dani, no era mi intención – saco mi cajetilla de Marlboro y prendo otro cigarrillo - actué con cabeza caliente y no pensé en nada. Eres una gran persona y aunque seas el mejor amigo de Juan, también fuiste un gran amigo mío. – saco el humo de mi boca – Oye Mari, y qué paso con Lore? Dónde está? – trato de cambiar la conversación ya que me resulta un poco incomoda.
- Se fue a Quibdó el fin de semana con Matías y su familia – me responde María – está muy feliz.

Así va pasando la noche. Trago tras trago, historia tras historia. Todos reímos y de vez en cuando bailamos. Pasé toda la noche con mis amigas y con viejos amigos los cuales no veía. Pasé la noche con todos, menos con Juan, al cual evité todo el tiempo. Sofía me tendió una pequeña trampa, la cual entiendo pues ya es hora que el mundo sepa que no me afecta Juan. Sin embargo, lo sigue haciendo, y así haya pasado mucho tiempo, no estaba preparada para volverlo a ver.

Llega la hora de irnos, pues unos cuantos tragos de vodka ya surtieron su efecto. Llegó la hora de despedirme del homenajeado.

- Juan, me alegra mucho que estés acá, espero que la pases muy bien. – Le digo.
- Lo mismo, no sabes cuánto te extrañé …………. Sofía. – me responde.
- Sofía? – los tragos se me bajan y empiezo a subir el tono de mi voz - Sofía? Soy Soledad Juan. Por qué me dices Sofía?

Sofía me coge del brazo y me saca rápidamente del apartamento, me sube al ascensor y oprime el botón hacia el parqueadero.

- Sofía, que acaba de ocurrir? – pregunto agitada.
- Sole, creo que tenemos que hablar.

1 comentario:

  1. Creo que a todas no ha pasado. ¿Cómo termina la historia? Seguramente con una penosa confesión y un largo arrepentimiento.

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